Pedro Henríquez Ureña en la Caja de las Letras

Por : Inés Aizpún

Un legado de Pedro Henríquez Ureña se acomoda ya en la caja 1535 de la bóveda del antiguo Banco Español del Río de la Plata, hoy sede del Instituto Cervantes en Madrid. La imponente bóveda, antes caja de caudales, es hoy una Caja de Letras en la que grandes de la cultura Iberoamericana dejan para la posteridad una donación.

Al recuerdo de Pedro Henríquez Ureña le flanquean los de tres grandes poetas: Nicanor Parra, Premio Cervantes, y los exquisitos Pablo García Baena y Manuel Alexandre. El de Don Pedro es, como también el de García Márquez, un legado in memoriam. Los demás legados han sido depositados en vida por grandes iberoamericanos; grandes de la palabra, de la música, del arte.

Y si la Caja de las Letras guarda de García Márquez un puñado de Aracataca, de Pedro Henríquez Ureña queda para la posteridad el libro “Salomé Ureña de Henríquez: Poesías“ una edición de 1920 entre cuyas páginas se encontró un poema manuscrito del intelectual dominicano fechado en1899, que el autor escribió a los 15 años. El volumen es una donación de la escritora dominicana Ylonka Nacidit Perdomo.

La actividad organizada por la Embajada de República Dominicana ante el Reino de España, contó con las palabras de Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes que resumió con respeto y admiración la importancia de Pedro Henríquez Ureña en una época en que los intelectuales de Iberoamérica se reconocen como herederos de la lengua y la cultura de España pero se empeñan en el estudio y descubrimiento de una voz propia .

El Embajador Aníbal de Castro trabajó prácticamente desde su llegada a Madrid esta iniciativa, para dar a Pedro Henríquez Ureña un lugar en esta caja de caudales de la cultura, donde legados de los grandes intelectuales se encuentran custodiados.

Entre esos intelectuales, recuerda García de la Concha, Pedro Henríquez es considerado por Dámaso Alonso como el más lúcido del siglo XX. Para Ernesto Sábato… era un ser superior. Jorge Luis Borges consideraba que Pedro Henríquez Ureña “había leído muchísimo pero que con inmensa cortesía, buscaba siempre que su interlocutor tuviera la razón última en el diálogo“. La admiración que suscitó entre sus contemporáneos el intelectual dominicano le acompañó en una vida jalonada de viajes, siendo Argentina, México y Cuba las principales paradas.

Quizá por eso, concluyó García de la Concha, porque fue una vida de viajes por el mundo y por el conocimiento, terminó en un final poético, casi cinematográfico… en un tren.

El azar hace bien las cosas

Guillermo Piña Contreras recordó en sus palabras un aforismo francés: el azar hace bien las cosas. Precisamente el 21 de Octubre, día de la entrega del legado, se cumplía el 165 aniversario del nacimiento de Salomé Ureña, figura materna sin la que no es posible entender la obra y la vida, la trayectoria y la carrera

El embajador de República Dominicana ante los Países Bajos y miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, destacó en su presentación el papel fundamental de Salomé Ureña en la vocación intelectual y el carácter de estudioso de la lengua y la cultura de Don Pedro. En sus palabras hizo un recorrido por la vida del más reconocido intelectual dominicano destacando sus trabajos sobre la diversidad del español en América, su búsqueda de las diferentes personalidades de la lengua y de otras lenguas americanas.

Don Pedro salió de un Santo Domingo anclado en la vida del siglo XVIII y viajó por el mundo y hasta el siglo XX reconociendo que debía a Santo Domingo “la sustancia de lo que soy.“

MADRID. Al recuerdo de Pedro Henríquez Ureña le flanquean los de tres grandes poetas: Nicanor Parra, Premio Cervantes, y los exquisitos Pablo García Baena y Manuel Alexandre. El de Don Pedro es, como también el de García Márquez, un legado in memoriam. Los demás legados han sido depositados en vida por grandes iberoamericanos; grandes de la palabra, de la música, del arte.

Y si la Caja de las Letras guarda de García Márquez un puñado de Aracataca, de Pedro Henríquez Ureña queda para la posteridad el libro “Salomé Ureña de Henríquez: Poesías“ una edición de 1920 entre cuyas páginas se encontró un poema manuscrito del intelectual dominicano fechado en1899, que el autor escribió a los 15 años. El volumen es una donación de la escritora dominicana Ylonka Nacidit Perdomo.

La actividad organizada por la Embajada de República Dominicana ante el Reino de España, contó con las palabras de Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes que resumió con respeto y admiración la importancia de Pedro Henríquez Ureña en una época en que los intelectuales de Iberoamérica se reconocen como herederos de la lengua y la cultura de España pero se empeñan en el estudio y descubrimiento de una voz propia .

El Embajador Aníbal de Castro trabajó prácticamente desde su llegada a Madrid esta iniciativa, para dar a Pedro Henríquez Ureña un lugar en esta caja de caudales de la cultura, donde legados de los grandes intelectuales se encuentran custodiados.

Entre esos intelectuales, recuerda García de la Concha, Pedro Henríquez es considerado por Dámaso Alonso como el más lúcido del siglo XX. Para Ernesto Sábato… era un ser superior. Jorge Luis Borges consideraba que Pedro Henríquez Ureña “había leído muchísimo pero que con inmensa cortesía, buscaba siempre que su interlocutor tuviera la razón última en el diálogo“. La admiración que suscitó entre sus contemporáneos el intelectual dominicano le acompañó en una vida jalonada de viajes, siendo Argentina, México y Cuba las principales paradas.

Quizá por eso, concluyó García de la Concha, porque fue una vida de viajes por el mundo y por el conocimiento, terminó en un final poético, casi cinematográfico… en un tren.

El azar hace bien las cosas

Guillermo Piña Contreras recordó en sus palabras un aforismo francés: el azar hace bien las cosas. Precisamente el 21 de Octubre, día de la entrega del legado, se cumplía el 165 aniversario del nacimiento de Salomé Ureña, figura materna sin la que no es posible entender la obra y la vida, la trayectoria y la carrera

El embajador de República Dominicana ante los Países Bajos y miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, destacó en su presentación el papel fundamental de Salomé Ureña en la vocación intelectual y el carácter de estudioso de la lengua y la cultura de Don Pedro. En sus palabras hizo un recorrido por la vida del más reconocido intelectual dominicano destacando sus trabajos sobre la diversidad del español en América, su búsqueda de las diferentes personalidades de la lengua y de otras lenguas americanas.

Don Pedro salió de un Santo Domingo anclado en la vida del siglo XVIII y viajó por el mundo y hasta el siglo XX reconociendo que debía a Santo Domingo “la sustancia de lo que soy”.

Fuente: Diario Libre